367 ~ Reconocimiento del Canon Neotestamentario

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367 ~ Reconocimiento del

Canon Neotestamentario

scrollYa hacía más de dos siglos y medio que el Nuevo Testamento se había completado con las aportaciones del apóstol Juan. Y, desde entonces, copias de los 27 libros neotestamentarios habían estado circulando por todas partes (por tres continentes), primero en forma de rollos individuales de papiro o pergamino y más tarde como códices, los libros de aquel tiempo. Dejaban luz y vida para sus lectores y los que escuchaban la lectura pública.

Para nosotros los 27 son de indiscutida inspiración divina, pero al principio había dudas en ciertas secciones de la Iglesia, por ejemplo sobre 2ª Pedro, las epístolas de Juan y Apocalipsis. Aparte del peligro, de que fueran quitados algunos de los 27, existía otro peligro, el que fueran añadidos escritos, que, al no ser de inspiración divina, debían quedar fuera del canon.

De hecho empezaban a circular ya pronto cantidad de escritos “apócrifos”. En algunos de ellos, para darse más peso apostólico, sus autores firmaban como Bernabé, Pedro, Tomás, etc. El antiguo enemigo estaba preparado para embotar la aguda “espada de dos filos” de cualquier manera. Pero Dios velaba por su Palabra y a fines del siglo II estuvo el ca­non de los 27 prácticamente reconocido por todas partes.

Pero el primer manuscrito, de que hoy se dispone, y que contenga una lista completa del canon desde Mateo hasta Apocalipsis, es una de esas “cartas festivas” (del 7 de enero de 367), que Atanasio escribía cada año.

Por otra parte, pudiera haber otro documento anterior. En Roma, en la biblioteca del Vaticano, existe el “Códice Vaticanus”, un manuscrito de la Biblia entera en griego, que contiene exactamente los mismos 27 libros neotestamentarios. No se sabe con certeza en que año se escribiera, pero es probable que fuera en 340, 27 años antes de dicha carta festiva. Es interesante que ese año de 340 coincida con un período de siete años que Atanasio pasaba en Roma, exiliado de Alejandría por su fidelidad a la Palabra de Dios.

Todavía en el mismo siglo, tanto Jerónimo, como Agustín, daban también la misma lista, igual como dos concilios: el de Hipona en 393 y el de Cartago en 397.

No es que los 27 libros necesiten “autorización”, como tampoco los otros escritos “desautorización”. Ningún hombre o concilio puede hacer tal cosa, ya que, obviamente, la eterna Palabra de Dios está bien por encima de todo hombre. Por siglos, sin embargo, la Iglesia CAR ha hecho creer lo contrario. Según ella la Biblia está sometida a la autoridad de la Iglesia. La Reforma y sus precursores redescubrirían que más bien es la Iglesia la que está sometida a la autoridad de la Biblia.

En el siglo IV, lo que hicieron dichos hombres y concilios era reconocer y respaldar de for­ma “oficial” el canon del Nuevo Testamento, tal como, desde hacía ya mucho tiempo, había sido aceptado y reconocido por toda la Iglesia.