Jaime van H.
Como todos los mortales, Juan y Catalina no se hacían ilusión sobre la brevedad de la vida; sabían perfectamente que la muerte es inevitable. Sin embargo les parecía que, tal vez, tendrían todavía unos cuantos años para disfrutar juntos del retiro y de la nueva casita que se habían hecho. Pero, de repente, algo interrumpió sus planes y pensamientos…
Juan, que ya se acercaba a los 68 años, tuvo que someterse a una intervención quirúrgica. Después de la operación el cirujano se dirigió a Catalina con estas palabras: “Señora, ¡cuánto lo siento!, al abrirle a su marido, encontramos un cáncer bastante avanzado…, y es inoperable… Creo que no le quedan más que unos meses, quizás medio año…”
Fue grande el golpe para Catalina...
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